07 Abr El Cardenal Cisneros y la Catedral Primada
Este año se conmemoran los 500 años del fallecimiento de esta gigantesca figura de nuestra historia. Su nombre de pila Gonzalo, con el que fue bautizado, lo cambió por el de Francisco al ingresar en la orden franciscana. A caballo entre la edad media y la edad moderna su vida fue un claro ejemplo de superación personal y valía, que tanto la Reina Isabel, como después el Rey Fernando, supieron aprovechar. Gracias a la serie de televisión Isabel y a la película La Corona Partida hemos podido descubrir su labor en un muy difícil periodo de la historia de una incipiente España. Elevado al final de su carrera eclesiástica al arzobispado de Toledo, asumiendo así la primacía de la iglesia española, supo desarrollar un amplio abanico de reformas que tanto necesitaba la Iglesia de su tiempo, sin dejar de nombrar su aporte cultural y político.
No fue menos importante la huella dejada por él en la Catedral Primada. Fundó la capilla mozárabe e instituyó el Rito Hispanovisigodo dentro de la catedral, comprando por 8000 florines de oro la antigua capilla del Corpus Christi y la sala de capitulo que se encontraba dentro de ella. Al acceder a la capilla, frente a nosotros podremos admirar los frescos de Juan de Borgoña representando a Cisneros sitiando y tomando la plaza de Oran (en la actual Argelia). A la izquierda colgando del techo sobre el pequeño coro está el capelo de Cisneros (Es una excepción a la regla, dado que siempre que veamos un capelo bajo este encontraremos la tumba de su dueño). Renunciando a su privilegio de ser sepultado en nuestra catedral y por deseo propio, se mandó enterrar en Alcalá de Henares. Ciudad cuya jurisdicción pertenecía entonces al arzobispo de Toledo y donde él decide fundar una universidad propia del renacimiento, La Complutense. Cada día a primera hora de la mañana, en esta capilla el visitante puede disfrutar y participar de la celebración de la Santa Misa siguiendo el Rito Mozárabe con ayuda de un pequeño guión.
Al final de esta misma nave encontramos otra obra promovida por nuestro arzobispo, la actual Sala Capitular donde se mezcla la tradición mudéjar de varios siglos con los entonces recién llegados modelos italianizantes, surgiendo de esta unión lo que algunos han calificado como estilo Cisneros. Es difícil de asimilar por el espectador tanta riqueza decorativa presente en techos , muros, suelos y mobiliario.
Volviendo a las paredes de esta sala y fijándonos en la colección de retratos de los primeros arzobispos de la diócesis toledana, pintados sobre el muro por Juan de Borgoña, cabe destacar los tres últimos (posiblemente los únicos retratos verdaderos). Encontramos por este orden, al arzobispo Alonso Carrillo, enemigo de Cisneros quien debido a una disputa de un cargo eclesiástico, mandó encarcelar a nuestro protagonista durante un tiempo. A continuación, Pedro González de Mendoza que fue su protector y benefactor, sin cuya ayuda Cisneros no hubiese llegado tan alto. Y por último y de perfil al propio Cisneros con rostro severo y serio.
El carácter reformador de nuestro protagonista le llevó a construir un Claustro Alto, sobre el levantado un siglo atrás por Don Pedro Tenorio, en un intento de reglar la vida de los miembros de la clerecía catedralicia. No obteniendo los resultados esperados, ya que los canónigos no admitieron vivir allí bajo su control. Finalmente serán los empleados de esta catedral los que habiten esta zona como magistralmente nos describe en su novela, La Catedral, Don Vicente Blasco Ibáñez. Hoy en día este gran claustro guarda otra de las joyas de La Primada, el archivo y la biblioteca.
En la biblioteca de nuestra catedral encontró Cisneros alguno de los mejores textos bíblicos para un magno proyecto, al dedicó mucho tiempo y dineros, nada más y nada menos que, la Biblia Poliglota Complutense. Otro libro impresionante es el llamado Misal Rico. (Desde la desamortización se encuentra en la Biblioteca nacional). Cisneros encargó esta obra para celebrar la Santa Misa en la Capilla Mayor, que él mismo manda ampliar. Incluye dicha reforma la ejecución del magnifico retablo que ahora podemos admirar y que sustituyó a otro anterior llevado a cabo en tiempos del arzobispo Tenorio un siglo antes.
Cuando los mejores artistas llegados de toda Europa terminaban la decoración del retablo, tras de seis años de trabajos ininterrumpidos, muere la Reina Isabel y se subastan parte de sus joyas en Toro. Es entonces, cuando nuestro arzobispo, pide al cabildo que envíe a esa ciudad zamorana a dos canónigos para comprar una pieza, la Custodia de Mano de la misma reina, que él como confesor real bien conocía. Tras su compra encarga las trazas de una gran custodia de asiento donde incorporar la anteriormente mencionada y que Cisneros, no llega a ver terminada.
Fuera del templo primado, a tan sólo unos cientos de metros, se encuentra el antiguo Colegio de Infantes desde hace unos años convertido en museo de Textiles y Orfebrería. En su colección encontramos parte de las ropas pontificales de Cisneros ( mitra, capa y terno), así como el pendón que fue llevado a la toma de Oran y que aparece representado en los muros de la antes citada capilla mozárabe.
Invitamos a los visitantes a la Catedral Primada a descubrir todos estos tesoros artísticos que se llevaron a cabo durante el pontificado del Gran Cardenal Cisneros. Una forma sencilla de identificar estas obras es buscando su escudo de armas, con forma de tablero de ajedrez (jaqueado) y coronado con el capelo( sombreo en italiano) de color rojo que lo identifica como cardenal. Acompañando al escudo cardenalicio aparece el escudo del canónigo obrero encargado de supervisar la obra. En este caso en concreto es el de Don Diego López de Ayala donde se destacan las figuras de dos lobos pasantes.
Pero sin lugar a dudas la mejor forma de descubrir estos y otros muchos detalles de un monumento tan complejo como nuestra catedral es de la mano de uno nuestros guías profesionales. Un buen guía será capaz de intuir las preferencias y sintetizar o ampliar la información que el cliente le demande, garantizándole el máximo aprovecha miento de lo más preciado, su tiempo.
Luis Miguel Maeso Martín
Guía de Toledo
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