28 Nov Albacete Ciudad
Albacete fue una villa que inició su protagonismo autónomo en los últimos episodios del medievo, con la política repobladora del marquesado de Villena. Conoció un importante crecimiento en el siglo XVI y terminó erigiéndose en una de las principales poblaciones del extremo oriental de la llanura manchega a través de la edad moderna. En 1833 alcanzó la condición de capital provincial.
En las primeras décadas del siglo pasado disfrutó de un período de esplendor; con el impulso económico pudo realizar importantes reformas urbanísticas, construir numerosos edificios y transformarse en una hermosa ciudad moderna, de amplias calles y cuidado aspecto urbano.
En la actualidad, Albacete aspira a consolidar su posición en la red urbana regional y a mejorar su función como centro de servicios de primer orden. La ubicación del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha y del Campus Universitario dedicado a ciencias de la salud, enseñanzas técnicas, humanidades y ciencias sociales, responde a este propósito. Dotada de un espléndido equipamiento comercial y cultural, ahora, como en otros tiempos pasados, la ciudad reclama la necesidad de volver a aprovechar las rentas de situación. El lugar que ocupa en el sistema nacional de comunicaciones le permite mantener su vieja condición de encrucijada natural y humana, un cruce de caminos para acoger el encuentro de viajeros de distintos lugares, ofreciéndoles entretenimiento y descanso, buen cobijo y mejor estar. Para conocer la ciudad no hay mayor acierto que organizar la visita desde algunos de los cuidados alojamientos hoteleros de Albacete, y aquí dedicar una jornada para disfrutar de su gastronomía y recorrer la ciudad.
Recomendamos callejear por el barrio de Carretas, asentamiento primero de la comunidad musulmana que dio su arábigo nombre a la originaria villa medieval, y entrar en sus restaurantes típicos y sus festivos lugares de encuentro; descender por la siempre animada calle Mayor hasta la Posada del Rosario, a la que sirve de acceso la puerta restaurada de la Casa de los Picos; subir a la espléndida plaza de Villacerrada, cuya uniformidad postmoderna sustituyó el compacto caserío de su núcleo histórico, todavía visible en la cercana Casa de Perona, en el Centro Cultural de La Asunción y en la Catedral, de sorprendente interior.
Desde aquí se debe ir hasta la moderna encrucijada que preside la estatua del Sembrador*, para transitar por el elegante eje principal norte-sur de la ciudad, contemplando los magníficos edificios del Albacete Contemporáneo, los de la Diputación Provincial, Museo Municipal, Gran Hotel, Colegio Notarial, Casas de Cabot, de Legorburo, el Pasaje de Lodares, la Cámara de Comercio… En el paseo, los escaparates de los comercios presentan una oferta variada y atractiva, en la que los productos tradicionales cobran una especial significación. También es recomendable hacer un alto en cualquiera de las populares cafeterías, mesones y bares de esta zona para reponer las energías.
Después de pasear por el umbroso parque que emerge a la entrada de esta concurrida “calle Ancha” principal, y tras reposar la mirada en las salas del excelente Museo de Albacete, semioculto entre su soberbia pinada, podemos acercarnos hasta la flamante zona universitaria. Aquí, el atrevido Pórtico de La Mancha invitará al viajero a emprender un iniciático recorrido por los variados rincones de esta provincia y a descubrir los numerosos atractivos que guarda para él.
Miguel Panadero Moya. UCLM
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